Le pedí un cambio a mi vida, y sí que me cambio…
Tengo que confesar que desde que comenzó este año he sentido
en mi corazón un deseo de abandonarme más en los brazos de Dios. Hace un año
hice muchísimos planes pidiendo la guía y protección de mi futuro declarando un
año de triunfos como la mayoría de seres humanos lo hacemos siempre.
Después de un año largo para mí donde tuve que enfrentar
distintas situaciones que me hicieron conocer la mejor versión de mi misma,
donde pase por frustraciones, tinieblas, oscuridad y muchas lágrimas comprendí
lo infeliz que se puede ser con tan solo un sentimiento provocado por la
ansiedad.
No profundizando en lo que ya ha pasado, continuo hablando
de la bonita forma en la que nuevamente mis heridas han sido sanadas, sin darme
cuenta la vida me cambio y de la manera que menos me lo esperaba.
Después de haber abierto mi corazón a la virtud y las
gracias que desde la eternidad ya recibiría en ese momento, llego un regalo que
verdaderamente me sorprendió y llenó de infinidades de angustias y miedos, pero
de una paz que nunca he sabido cómo explicar. No lloré, no sentí ganas de
saltar, pero tampoco decepción simplemente la mente me quedo en blanco.
Pasaron los días y una palabra que estos tiempo nos retumba
tanto el ego, podía ser tan fuerte y llegar a ser un eco en mi vida, “Positivo",
se me paralizó el cuerpo seguido escuche, "felicidades" ¿Ahora que vamos
hacer?, solo sentía muchas ganas de reírme y salir corriendo. Como la vida no
nos prepara para este tipo de emociones.
Se me ilumina la vida de solo recordar lo que viví en ese
momento y volverlo a plasmar en estas líneas. Como toda joven recientemente
graduada de la universidad, con un proyecto de vida formado en la mente y el
corazón de la mano de los sueños y aquellos planes que se hacen extensos e
interminables, la vida y Dios recalca su
voluntad en el caminar por la tierra.
Hablar abiertamente de lo que amas y lo que te hace feliz
puede ser perjudicial, bueno, es lo que la sociedad en estos últimos tiempos
nos ha enseñado, pero muchas veces nuestras palabras y acciones son testigo y
testimonio de que la vida cambia y siempre es para bien porqué cada error te
enseña y cada triunfo te transforma.
Hoy después de seis meses la vida me dio un tesoro, que no
esperábamos pero nos volvió puro amor, sin verlo, sin conocerlo, sin planearlo
se convirtió en nuestra fibra, fuerza y motivo, como la tierra después de la
sequía, tenemos millones de motivos para agradecer porque verdaderamente me
siento privilegiada por dar vida, por asumir mi naturalidad, enfrentar el que
será mi mayor reto en la vida, ser madre y al costo del amor.
Estoy en la espera de mi primogénita y de aquellos sueños
que de niña tenía y que un día plasme aquí, en las entrañas de donde nace la
sabiduría y renace la esperanza, dar la vida por la vida es la respuesta del
amor, aquel que muriendo así mismo se encuentra con el heroísmo.
Hoy me siento revestida de una armadura cuya fuerza no
viene de la tierra sino de la divinidad.