martes, 4 de enero de 2022

EN LA ESPERA DE MI PRIMOGÉNITA

Le pedí un cambio a mi vida,  y sí que me cambio… 

 

Tengo que confesar que desde que comenzó este año he sentido en mi corazón un deseo de abandonarme más en los brazos de Dios. Hace un año hice muchísimos planes pidiendo la guía y protección de mi futuro declarando un año de triunfos como la mayoría de seres humanos lo hacemos siempre. 

 Después de un año largo para mí donde tuve que enfrentar distintas situaciones que me hicieron conocer la mejor versión de mi misma, donde pase por frustraciones, tinieblas, oscuridad y muchas lágrimas comprendí lo infeliz que se puede ser con tan solo un sentimiento provocado por la ansiedad.

 No profundizando en lo que ya ha pasado, continuo hablando de la bonita forma en la que nuevamente mis heridas han sido sanadas, sin darme cuenta la vida me cambio y de la manera que menos me lo esperaba. 

 Después de haber abierto mi corazón a la virtud y las gracias que desde la eternidad ya recibiría en ese momento, llego un regalo que verdaderamente me sorprendió y llenó de infinidades de angustias y miedos, pero de una paz que nunca he sabido cómo explicar. No lloré, no sentí ganas de saltar, pero tampoco decepción simplemente la mente me quedo en blanco. 

 Pasaron los días y una palabra que estos tiempo nos retumba tanto el ego, podía ser tan fuerte y llegar a ser un eco en mi vida, “Positivo", se me paralizó el cuerpo seguido escuche, "felicidades" ¿Ahora que vamos hacer?, solo sentía muchas ganas de reírme y salir corriendo. Como la vida no nos prepara para este tipo de emociones. 

 Se me ilumina la vida de solo recordar lo que viví en ese momento y volverlo a plasmar en estas líneas. Como toda joven recientemente graduada de la universidad, con un proyecto de vida formado en la mente y el corazón de la mano de los sueños y aquellos planes que se hacen extensos e interminables, la vida  y Dios recalca su voluntad en el caminar por la tierra.

 Hablar abiertamente de lo que amas y lo que te hace feliz puede ser perjudicial, bueno, es lo que la sociedad en estos últimos tiempos nos ha enseñado, pero muchas veces nuestras palabras y acciones son testigo y testimonio de que la vida cambia y siempre es para bien porqué cada error te enseña y cada triunfo te transforma. 

 Hoy después de seis meses la vida me dio un tesoro, que no esperábamos pero nos volvió puro amor, sin verlo, sin conocerlo, sin planearlo se convirtió en nuestra fibra, fuerza y motivo, como la tierra después de la sequía, tenemos millones de motivos para agradecer porque verdaderamente me siento privilegiada por dar vida, por asumir mi naturalidad, enfrentar el que será mi mayor reto en la vida, ser madre y al costo del amor. 

 Estoy en la espera de mi primogénita y de aquellos sueños que de niña tenía y que un día plasme aquí, en las entrañas de donde nace la sabiduría y renace la esperanza, dar la vida por la vida es la respuesta del amor, aquel que muriendo así mismo se encuentra con el heroísmo. 

 

Hoy me siento revestida de una armadura cuya fuerza no viene de la tierra sino de la divinidad.